Llegó el día 21 de mayo. Llegó el evento, como yo lo he llamado, ahora le podemos añadir un adjetivo, yo le pongo «soberbio».
Para mí, el comienzo se adelantó a las 8:15 de la mañana, cuando había quedado con Gabriel en la puerta de mi casa para ir juntos a Sigüenza.
La primera sonrisa de ambos, el ¡joder, no has cambiado! que me soltó, me dejo un poco descolocado, ¿quizás todos estaríamos iguales? Pronto saldríamos de dudas.
El viaje a Sigüenza fue un calentamiento de emociones y recuerdos. Teníamos tiempo suficiente e íbamos sin prisa. Pocas veces he conducido tan relajado.
Llegar a Sigüenza significó una conexión, sentí que 31 años no habían pasado por mi vida.
El saludo en la puerta del colegio, dándoos la bienvenida con el descarado “¿y tú quien eres?” me iba destapando que la memoria no es mi fuerte. Fueron pocas caras a las que les puse nombre, pero cuando escuchaba sus primeras palabras, el: “¡Ah sí!”, salía bastante rápido. Realmente éramos personas diferentes, pero no habíamos cambiado tanto, las caras de la memoria iban tomando nueva forma.
Al entrar a la sala de reuniones y veros sentados, me sentí culpable de haberos ‘tocado en el hombro’ de vuestras rutilantes vidas para que os detuvieseis un momento para pensar en lo que aconteció, hace mucho tiempo, en cada una de esas vidas. El haber ido hasta allí, haber parado un día y dedicárselo a uno mismo y a los compañeros, ha sido el premio que todos os merecéis, y veros emocionados, para mí, fue la mejor recompensa a la iniciativa y al esfuerzo realizado, aunque como ya os dije, yo ya había tenido esa recompensa al hablar con cada uno de vosotros anunciándoos mi intención de reunirnos.
Las palabras de José Ayllón, de encontrarse en una misa llena de hombres, una situación tan extraña, y el nerviosismo que reconoció pasar durante la misma, cuando sería más bien una enorme emoción, y también a Antonino, diciéndonos que la Safa marca al volver a ella tras tantos años sin haber tenido contacto con los compañeros, y es el síntoma de que algo importante llevamos dentro, y puede resumir el sentir de todos nosotros, que estábamos viviendo algo diferente a todos los días, por habernos dado cuenta de que dentro llevamos algo bueno grabado de nuestra vivencia en Sigüenza.
El paseo por el colegio fue revivir escenas de la vida cotidiana de aquellos años, la de cosas que están igual, y cómo intentábamos recordar qué había en cada uno de los espacios que visitamos y que sí estaban transformados. Los grupos se paraban, hablaban, recordaban qué había aquí o allí, y no querían avanzar, como si quisiesen parar el reloj del tiempo. Volví a oír con alegría y orgullo ese ‘Machín’, tantas veces escuchado en otro tiempo, y lo oía con tonos que me resultaban familiares. Volví a oír, de esas gordas paredes, el murmullo de los pasillos en las salidas de clase y de los recreos.
Ver el chorreo de personas iniciar la subida para el Oasis fue otro instante recuperado. Recordar el Oasis cómo era, lo que había en cada espacio, lo que ocurrió en las fiestas de fin de curso, fue volver a vernos en pantalón corto moviéndonos por allí.
Uno de los momentos que más me emocionó fue ver vuestras reacciones en las fotos de la memoria, ya muy vistas en el blog y cada uno en su casa, pero compartirlas entre todos suscitaba comentarios y detalles en los que no habíamos caído de forma individual.
No quiero extenderme mucho, y dejar que cada uno refleje aquí su propia vivencia, esperando que se hayan cubierto las expectativas de todos vosotros, y que realmente hayáis pasado un día inolvidable. Deseo que el azulejo haya sido lo suficientemente expresivo para que podáis recordar el 21 de mayo de 2011 durante mucho tiempo, como yo, estoy seguro, que lo recordaré.
Quiero dejar constancia de que sentí no haber compartido más tiempo con cada uno de vosotros, y supongo que también os pasará a vosotros, pero el tiempo es limitado. Gracias a todos por vuestro agradecimiento. Gracias por darme la satisfacción de la alegría que sentisteis al recibir mi llamada inicial, y que realmente os tocó la ‘patata’. Gracias por haber acudido a esa llamada.
También deciros que, el trabajo de campo está hecho, nuevos encuentros están a la vuelta de la esquina, nuevas relaciones interpersonales surgirán. Os animo a estar conectados mediante el correo o mediante el blog. Según vuestra respuesta surgirá la necesidad de repetir más encuentros, podrá ser pronto o en un tiempo, pero estoy seguro que los habrá.
Por último, a los que no habéis podido ir, espero que tengáis mejor fortuna para poder asistir en los futuros encuentros. A los que no habéis tenido la motivación suficiente, os animo a que extraigáis de este blog vuestras conclusiones, y que en próximas ocasiones tengáis ese añadido que os ha faltado para que no os lo perdáis.
Gracias a Pedro Luis por el esfuerzo del blog, que ahora le espera un poco de trabajo para la publicación de las casi 200 fotos que yo saqué, más las de los demás, y que habrá que darles publicidad. Paciencia que lograremos que salgan todas. ¡¡Disfrutadlas!!
Bueno, ya sólo un fuerte abrazo a los cincuentones de SAFA 76-80.